12/6/06

Tarde de Cuarta



Me hago unos mates, enciendo la compu, pongo un poco de música para relajar el aburrimiento, que es grande, aunque tengo un montón de filósofos esperándome sobre la mesa, invitándome a la orgía intelectual. Pero no es susceptible mi humor para la tarea. Así que decido fumarme este pucho que es infinito cuando lo prendo y que no quiero termine más...
Pienso, en qué pienso? En las terribles ganas de putiar, tengo una furia que presiona mi pecho, y siento el cuerpo inservible, estoy como en una pecera o algo así, soy una rata girando en la ruedita, su única diversión.
A quien puedo maldecir? En dios no creo, así que si existe, se ahorra mi ira. Mi vieja no me molesta, la tengo lejos y no tengo nada para decirle. A ellos, que no comprenden mis cambios de humores, mis arranques de silencios eternos, mis chistes graciosos sólo para mi, mi mirada triste pero orgullosa. Mis hilos y agujas que unen la puerta.

Entonces, viene un recuerdo.... me acuerdo cuando iba a la escuela primaria. (pensé que nunca escribiría sobre esto: no suelen asaltarme recuerdos de la infancia) Quedaba a 3 kilómetros de mi casa. Me levantaba muy temprano, montaba mi bici verde y arrancaba.... en ésta época, solo podía ver el camino a un metro, la neblina no dejaba ver que había más allá.
Era tan feliz, jugar con amigos a la pelota, almorzar en la escuela, y después tranqui volver con el sol del medio día, en la verdecita.
Después, en la secundaria, fue otra cosa, irme a vivir a la ciudad, dónde la gente se comunicaba con otros códigos, y las chicas manejaban su relación con los varones de una manera extraordinaria a mis ojos, no era porque no hubiera tenido amigos varones antes, pero era distinto. O yo nunca fui muy perspicaz.
Que raro era todo para mí, no supe como adaptarme en 5 años. Aunque vivía lejos de casa en ese entonces, será por eso que no acostumbro a extrañar. Decía que el estar sola no me atormentaba, aunque me sintiera en un territorio extraño.
Y después, la facultad, otro cambio más, y otra vez sola, en un departamento horrible, al cuál no añoro, en medio de Rosario. Toda una aventura explorar nuevas calles, que hoy me resultan cotidianas y que al principio eran tan raras. Entrar a la facultad y entablar vínculos, que no crecieron en número a pesar del paso de algunos años. Y sentir aún hoy que este no es “el” lugar, ese sentir que constantemente va de la mano con la idea de seguir mutando.
Por momentos me acostumbro, pero mi costumbre no es constante, siempre después de espacios calmos adviene la tempestad, y el cambio, al que nunca me acomodo. No logro comprender, pero ya no creo poder vivir sin la extrañeza de la incertidumbre que me funda.
Bueno, se hizo tarde y parece que se ha calmado la bestia, no consiguió ninguna víctima a la cual devorar. Voy a seguir el transcurso del día, voy a continuar sublimando.

No hay comentarios.:

laventuradelapalabra

"sin dudas soy yo un bosque y una noche de árboles oscuros: sin embargo, quien no tenga miedo de mi oscuridad encontrará taludes y rosas debajo de mis cipreses" Nietzsche