28/8/11

Resonancia de una experiencia

Relaciones humanas, una relación de humanización se produce en el “entre”, en ese acto creador que me violenta y me ayudan a producir mis compañeros. Soy yo la que pone el cuerpo, pero son múltiples los sentidos que inventamos cuando nos encontramos. Y ese cuerpo absorto, moldeado por la anomia y la sujeción histórica se convierte en una máquina deseante[1].

Hay una liberación en ese espacio grupal potencial que permite descentrarnos del narcisismo saliendo de ese “uno mismo”, de la identidad supuesta que nos protege en lo cotidiano y que a menudo reforzamos: “nada hay menos propio que el nombre propio” (Deleuze). Este espacio grupal invita a desarmarnos, a probarnos otros nombres a conocernos distintos.

Una analogía: en el sueño somos ajenos y principales en una misma escena que se multiplica en el inconciente del soñante: Somos devoradores de una carne que siente en el dolor su intimidad. Por momentos, solo testigos encubiertos, centros de energía e imágenes que desbordan el lenguaje. El sueño me brinda el material para formar una voz distinta y propia, pero exenta de contradicción.

En la vigilia estoy con aquellos otros semejantes y con los restos de lo que el sueño dejó, yo ya no estoy conmigo más que en parte, o soy una parte del sueño y de un encuentro.

Estoy ahí, poniendo el cuerpo, brindándome al juego de una marioneta modelada por la imaginación de mi compañera, deviniendo en una estudiante que protesta con mi voz, mientras vibro con su composición, entramos en un espacio ficcional. Vamos descubriendo en el transcurso del encuentro a desplegar nuestra capacidad lúdica, ejercitando la espontaneidad.

Digo “vamos” porque ese espacio es un ida y vuelta del pronombre personal al pronombre grupal.



[1] Deleuze y Guattari hablan de máquinas deseantes, como maquinas de producir deseos.

laventuradelapalabra

"sin dudas soy yo un bosque y una noche de árboles oscuros: sin embargo, quien no tenga miedo de mi oscuridad encontrará taludes y rosas debajo de mis cipreses" Nietzsche