3/2/07

El Cóctel de la noche que todo depara

la total mezcla plena
la pura impura mezcla que me merma los machimbres el
/almamasa tensa las tercas hembras tuercas
la mezcla

la mezcla con que adherí mis puentes

Luego de varios días en los que su soledad se encontraba descansando en los rincones de su intimidad. La volvió a encontrar. Estaba allí, con sus horas despobladas, su tranquilidad absurda y su cabellera agazapada en el gorro del abandono.
Así, a la hora en que el sol calma su ira, echo andar por las calles de Rosario. Se dirigió en principio hacia el parque Independencia, le gustaba que el primer punto de llegada sea ese, con sus muchos árboles abriendose extensamente frente a la vista, le parecían infinitos sus recovecos. Llenos sus senderos de deportistas improvisados, de gente sudando intensamente, de señores paseando sus perros, las nalgas se movían frente a su nariz, en un vaivén amable. La gente es linda aquí pensó. Hay hombres de músculos firmes, caras bonitas, mujeres de un cuerpo sereno, es tendenciosa la moda, esto embellece aún más el paisaje, todo armoniza, la moda es parte de la cultura, tendría que considerarla en su contemplación.
Se invitó a fumar un cigarrillo, como otras tantas veces, observó las miradas que se posaban en su cuerpo. La gente seguía andando frenéticamente sobre sus dos piernas, algunos autos, no muchos, cruzaban veloz frente al semáforo reverdecido, mientras el humo era exhalado livianamente de su boca roja. Su boca era hermosa, tenía labios que acechaban el beso, sonrisas torneadas perfectamente para cada ocasión, no se movía en vano, su boca, se mantenía estática cuando la situación no requería lo contrario.
Al final del cigarro ...como late el viento norte, cuando agosto está en el día, y el espacio nuestros cuerpos ilumina, lalala.. un silbido llenaba los espacios de letras no recordadas. Nunca supo silbar, al principio de la práctica, llevaba el aire hacia adentro, pero no era un silbido auténtico, después logró un silbido grueso que jamás aprendió a pulir. Así era su silbido, la melodía jamás encontrada.
Mientras tanto, transcurre la vida frente a sus ojos pardos, frente a su mente nublada, lalalala, la vida es como una película a color, pero muda, no escucha más que música, lalalala. Se sostiene con fuerza...lalalala, de la sinfonía aquella, lalala.
El cartonero metido dentro del contenedor de basura de la espléndida calle Oroño, la percibe cantando, sin inmutarse, en un arranque de broca, piensa en cosas que estimulen su veneno, y ahí nomás, su paso se acelera, camina a velocidades desconcertantes para su cuerpo no acostumbrado, la agitación la hace toser.... Giros... existe un cielo y un estado de coma, cambiar el entorno de persona en persona, lalala, giros, dar media vuelta y ver que pasa allá afuera, no todo el mundo tiene primaveras... lalalala, estoy queriendo ser otro...
Llegando a la calle Salta, comenzaban sus piernas a rezongar, pero no queriendo volver donde las cosas son predecibles, ya todo es predecible, y la aterra la idea del aburrimiento más que cualquier otra cosa. Calmó el paso.
Alcanzó al Río por Oroño, con una marcha ya acompasada, cruzó la avenida envuelta en armonía. Notó lo distinto que se torna atravesar la calle con un sentido menos, veía acercarse los vehículos, pero no los oía, era como un sueño, tendría que aguzar bien la vista para no ser sorprendida.
Un lugar, la noche cerrada de verano, calma, la brisa, apenas, el Río gesticulaba suavemente bajo una luna inmensa. Se decepcionó de no haber sido solo ella, la luna y el Río, varías personas se encontraban sentadas a la orilla de la barranca. Igual, pensó, estaba sola, ella y la luna iluminando sus hombros brillantes, no existían pensamientos, estaba tranquila, nada turbaba su hora, no había nadie a quien invocar, la rememoración de alguna personalidad no era objeto agradable al cual prestar ni la mínima atención.
Allá lejos, a su espalda, se oía el bullicio de la ciudad que pronto llegaría a opacarse, delante una postal a la que se agregaba un barco silencioso. La zona le era familiar, la gente le era familiar. Y sin embargo, era nuevo el lugar para aquellos pies. No hubo ningún pensamiento filoso, pero la distrajo una figura que asumía ser conocida, acercándose en su dirección, él la reconoció mucho antes:

- hola! Cómo estás?
- Qué haces? Tanto tiempo.
- Muy bien, vos?
- Bien.
- Qué haces acá? Estás sola?

Ella pensó, en decirle que no, pero vio asomarse la posibilidad de una charla, y algo más, algún tipo de descajete improvisado, sorpresivo, uno de ese estilo eran los mejores, eso la sedujo aún más. Nadie la esperaba, trató de sortear las frases comunes, en un intento de soplar palabras inesperadas, pero no pudo salir de la casilla. Uno no puede, en una comunicación casual, innovar una manera de diálogo. O puede, pero las cosas se complicarían, la charla redundaría en explicaciones necesarias para que el otro comprenda. Y se echaría a perder...

- si estoy sola, y ando...dando vueltas.
- está linda la noche para caminar un poco...

Él en un tiempo, fue uno de esos compañeros simpáticos en la vida de una mujer. Toda mujer tiene alguna vez compañeros para un solo fin, la cama. La cuestión es admitirlo, porque conocía gentes, o mejor dicho, mujeres que tras la elocuencia de su discurso, disfrazan la lasciva necesidad. Imaginando sentimientos con los que escudarse frente a semejante animalidad.
Ella no cargaba con el prejuicio. O, tal vez, le resultaba más fácil porque ningún tipo de sentimiento franqueaba su camino, solía ser un tanto más conflictiva cuando la abrumaban los sentimientos, en este caso no habría porque construirlos...
Nada coartaba el instante. Así fue como llegaron a su departamento, luego de la invitación, que consideró, de su parte, acertada. Tomaron algunas cervezas, apagando el calor, intercambiaron los sucesos de las últimas vacaciones, y se pusieron al día con los hechos importantes, una conversación liviana para una historia liviana, pensó. Ella adoraba la cómoda histeria manejada por ambos, los dos sabían el punto al que los llevaba toda la situación, y allí fueron, sin apuros, sin retorno, prescindiendo de las palabras, entre besos calurosos y caricias suaves... y un par de round de amor, con la tele encendida.. la la la...
Hubiera podido tener algo más que sexo con éste hombre? Un buen sexo, es verdad, pero él se mantenía solamente adorable, porque era simple, no escondía profundidades que movieran su curiosidad. Le parecía agradable el roce de sus cuerpos, se entendían bien. Celebraron su triunfo, tras el cual, él giró su cabeza y quedó dormido.
Ella no miró más que su cuerpo ahí tendido, purificado, ese cuerpo que sentía en ocasiones dividido, ese cuerpo regido por la sistematización, pero que ahora era cuerpo irreglamentado, regalado al deleite, desnudo y sin vigilancia, sin marcas, sin cohesión, era dueña de ese cuerpo. Se sintió feliz, por la extraña liberación.
Imaginó la vuelta a casa, aunque su mente estaba perezosa, se levantó despacio para no atormentar la paz física y mental, se veía bajar la escalera en espiral, abriendo la puerta que se cerraba suavemente tras sí.

En la calle, el calor húmedo de la ciudad.

Caminó sin ser molestada por los transeúntes noctámbulos, por los gritillos de una histérica en trance discutiendo con un novio bobo. En las discusiones reina la palabra Yo, es algo que venía pensando hace tiempo y siempre terminaba comprobando la idea... es innumerable la repetición de este Yo que se impone ante todo amor, toda compasión, toda inteligencia. El Yo enfurecido, se apodera, como un orgasmo de todo el semblante, de todo pensamiento y sensación. La posición al discutir, es un Yo en natural exhibición. No sabía muy bien de dónde venían estas mentiras ingeniadas, que se enganchaban en un zigzag de imperceptibles hilos de concentración.
Suspiró, como queriendo cortar el pensamiento, no iba a llegar a nada profundo hoy, no quiso interrogarse. La noche, ésta, que comenzó con puntillosas estrellas, y lugares recorridos, se habría convertido en dadora de una sonrisa limpia. No deslindó las causas que determinaron los sucesos, la magia estaba en el aire, y no había que buscar respuestas a nada.



7 comentarios:

Anónimo dijo...

sabes q soy un fiasco con esta cosa de internet, ahora me doy cuenta q escribi el comentario quien sabe donde, soy más cuelgue de lo q pensaba, por las dudas fijate en los mails, jaja!!

Anónimo dijo...

Brindo por lo bello que escribis, porque más allá de las incertidumbres, las
nostalgias, el amor, la soledad, las diferencias, en tus palabras hay encuentros
(después te explico mejor si queres jaja)

Maracuyá dijo...

Estás encaminada amiga!! aparece el comentario justo, en el lugar preciso.
Gracias por tus palabras.
(Todo eso encontraste? jeje)
besos

Anónimo dijo...

"más allá...", hay encuentros q no se explicitan...

Maracuyá dijo...

No es necesaria la explicación!..
fue en sentido figurado
un abrazo

Anónimo dijo...

Al verme reflejada en partes de tu historia no me queda más que decirte: gracias por las sensaciones causadas al leerte... Te quiero amiga!

Maracuyá dijo...

Me alegro!
besote

laventuradelapalabra

"sin dudas soy yo un bosque y una noche de árboles oscuros: sin embargo, quien no tenga miedo de mi oscuridad encontrará taludes y rosas debajo de mis cipreses" Nietzsche