La calle Pellegrini es un hormiguero, los bares a eso de las 21 cuando iba caminando para el parque, estallaban de gente, viejos, grupete de pendejos y pendejas vestidos con uniformes escolares, es la época de las graduaciones y esas cosas…
Llegué al Independencia, un banquito improvisado me sedujo, me senté, prendí un pucho y miré para abajo. Lleno de hormigas alrededor de mis pies, caminaban despacio con pastitos sobre sus hombros. mi pelo me hizo cosquillas, estaba suelto y bullicioso.
En eso, veo que el Viejo de la Bolsa se sienta cerca de mi trono, yo no existo, la ciudad no existe, solo él y sus bolsas.
Recuerdo: siempre lo veo, pero suele andar por Mendoza o Laprida, siempre muy abrigado, saco grueso, pelo blanco, barba hasta la panza. Hoy lo vi menos atestado de bolsas.
Miro a la gente pasar en sus autos, parejas aprovechando el minuto rojo del semáforo se besan tranquilas. Otros, con el circo rodante, luces por doquier, y música de Arjona (patético. un macho enorme arriba del circo y para decepciones, romántico).
Me saca del cuelgue el Viejo de la Bolsa, me pide un pucho.
-Si, espere.
-Qué haces acá?
-Nada.
-Ud?
-Nada
-Gracias
-De nada
Y bien, después del diálogo, otro pucho… otra noche, otro viento…
Llegué al Independencia, un banquito improvisado me sedujo, me senté, prendí un pucho y miré para abajo. Lleno de hormigas alrededor de mis pies, caminaban despacio con pastitos sobre sus hombros. mi pelo me hizo cosquillas, estaba suelto y bullicioso.
En eso, veo que el Viejo de la Bolsa se sienta cerca de mi trono, yo no existo, la ciudad no existe, solo él y sus bolsas.
Recuerdo: siempre lo veo, pero suele andar por Mendoza o Laprida, siempre muy abrigado, saco grueso, pelo blanco, barba hasta la panza. Hoy lo vi menos atestado de bolsas.
Miro a la gente pasar en sus autos, parejas aprovechando el minuto rojo del semáforo se besan tranquilas. Otros, con el circo rodante, luces por doquier, y música de Arjona (patético. un macho enorme arriba del circo y para decepciones, romántico).
Me saca del cuelgue el Viejo de la Bolsa, me pide un pucho.
-Si, espere.
-Qué haces acá?
-Nada.
-Ud?
-Nada
-Gracias
-De nada
Y bien, después del diálogo, otro pucho… otra noche, otro viento…
2 comentarios:
estas últimas 3 cosas que escribiste me han gustado mucho mucho
Gracias por decirlo!
me alegra mucho mucho! =)
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